Os dejamos algunos ejercicios de concentración y atención que os pueden ayudar en los estudios:
Consiste en controlar tu atención de tal forma que ésta quede enfocada en el punto que tú decides. Se trata de una capacidad muy útil, que cuando está entrenada te permite trabajar o estudiar con más eficiencia, así como relajarte o disfrutar más plenamente de la situación en la que la emplees.
1) A la hora de practicar cualquier ejercicio, intenta estar lo más relajado posible. Aunque, si estás un poco tenso, estos ejercicios también pueden servir para relajarte.
2) No vale hacer estos ejercicios una vez solamente. Se recomienda elegir uno o dos y practicarlos unos minutos cada día hasta ir mejorando.
3) Si durante un ejercicio te sorprendes a ti mismo pensando en otra cosa, redirige tu atención al mismo. No pasa nada. Sigue adelante. Esto es un entrenamiento y, por eso, no se trata de hacerlo bien a la primera, sino de ir mejorando poco a poco.
4) Comienza realizándolos por un lapso de tiempo corto (dos minutos, por ejemplo) y lo vas ampliando conforme vayan siéndote más fáciles.
Hazte con un texto (la página de un libro, una revista…). Cuenta mentalmente las palabras que contiene el primer párrafo.
Después, cuenta las del segundo. Y así, sucesivamente. Procura no utilizar el dedo ni otra ayuda para guiarte; sólo los ojos.
A medida que te cueste menos trabajo, intenta contar todas las palabras de una página.
Cierra los ojos. Vas a contar hasta 100 (o hasta el número que llegues) de la siguiente manera:
También puedes contar hacia atrás (100, 99, 98…). ¿Qué tal te sale?
Puedes hacer los mismo contando de 2 en 2; de 3 en 3…Idem. hacia atrás.
Caminar mejora la concentración, pero además puedes entrenarla adrede con este ejercicio, que también es de contar.
Camina tranquilamente por ahí, preferentemente un parque o algún otro lugar donde confluyan aromas agradables.
Céntrate en cuántos “olores” distintos puedes detectar. Identifícalos. Y luego quédate con el que más te guste de ellos. Concéntrate sólo en ése.
Te darás cuenta de que el aroma que has elegido se intensifica debido a la atención que le pones.
Toma asiento. Mira la pared y lleva tus ojos hacia algún punto en particular (alguna mancha, agujerito o similar).
Mantén la vista ahí, pero concéntrate todo lo que puedas en tu respiración; en cómo va entrando el aire despacio a los pulmones… y cómo va saliendo después.
Permanece así unos minutos.
Por cierto, ésta es de las mejores ideas que puedes llevar a cabo para desestresarte en un día muy correoso. Úsala y verás lo efectiva que es.
Siéntate en una silla cómoda (no en exceso, vaya a ser que te duermas). Tu misión va a ser permanecer quieto, muy quieto.
No es tan fácil como parece. Relájate, céntrate y procura no hacer ningún movimiento involuntario. ¿Aguantas 5 minutos? Con un poco de práctica, llegarás a 15.
Éste es otro ejercicio excelente para relajarte.
Elige un objeto de los que te rodean (un bolígrafo, una taza…) y dedícate unos minutos a observarlo minuciosamente.
Piensa sobre su forma, sobre su color, sobre los materiales con los que está hecho, etc. Intenta tomarle una fotografía con tu mente.
Después, cierra los ojos e intenta recrear ese objeto en tu cabeza con todos los detalles que puedas.
Elige una palabra o un sonido (un mantra o lo que prefieras). Repítelo mentalmente, en calma, sin pensar en nada más por espacio de 5 minutos.
Ej: Om (meditación), ma (paciencia) ni (disciplina), pad (sabiduría) me (generosidad), hum (diligencia)
Ya irás aumentando el tiempo de concentración cuando vayas teniendo soltura.
De todos los pensamientos que se te cruzan por la mente, elige uno (preferentemente agradable) y dedícate a explorarlo durante unos minutos, sin pensar en nada más.
Aquí estaría muy bien, por ejemplo, practicar ese ejercicio de gratitud que propusimos hace tiempo.
Conforme vaya resultándote más fácil, aumenta el tiempo de concentración.
Llena un vaso de agua y colócalo sobre la mesilla de noche. Siéntate frente a él y míralo. Intenta pensar sólo en el agua, en lo limpita y tranquila que está.
Recrea en ti esa paz. Imagínate a ti mismo así de calmado y verás que, en muy poco tiempo, las tensiones y crispaciones dan paso a un estado de relajación muy agradable que puede facilitarte el sueño.
Éste lo puedes practicar ya que estés metido en la cama. Cierra los ojos y ve marcha atrás mentalmente, recordando todo lo que has hecho durante el día. Procura rescatar todos los detalles que puedas.
Ejercicio 12: Jugar al ajedrez